“A través de la mirilla” y “Transparencias” son desarrollo de uno de los temas sobre los que gira ahora mi dibujo: mi interés por incorporar una mirada femenina sobre el cuerpo masculino como paisaje, como objeto, desprovisto de las notas que suelen asociarse a la masculinidad (inteligencia, racionalidad, poder…). De forma colateral, como subtemas, aparecen también mi fascinación por la monocromía como espacio para la libertad visual y mi concepción del arte como instrumento al servicio de la belleza, la imaginación y la inmortalidad.
Comencé abordando el tema del cuerpo masculino en carboncillo en formato cuadrado y en tamaño grande en la serie “Fragmentos en blanco y negro”. “A través de la mirilla” y “Transparencias” son fruto del reto que me plantea Rafa Ruiz, de Mad is Mad, de presentar el trabajo en pequeño formato. Al principio me resistía a la idea, pero lo cierto es que el desafío ha terminado resultándome muy sugerente y llevándome por diversos caminos. Sirvan, pues, estas letras para expresar mi agradecimiento a Rafa.
En “A través de la mirilla” abandono el formato cuadrado de «Fragmentos en blanco y negro», más rígido, y opto por el círculo, que no tiene ni principio ni fin; que no pone límites y, por tanto, hace más grandes los espacios pequeños. El academicismo y el clasicismo que reivindico encaja, además, perfectamente, con una presentación en mini círculos, pues el tondo es un formato típico del renacimiento. Y, por último, el círculo alude a la mirilla, a lo que podemos ver a través de la puerta y enlaza, por tanto, con la mirada indiscreta y con la idea del fragmento.
En “Transparencias” enfatizo las ideas que estaban ya en “Fragmentos” acudiendo a recursos adicionales al dibujo y creando pequeñas instalaciones. El cuerpo del hombre aparece como elementodecorativo. La presentación sobre palets subraya la condición de objeto del cuerpo masculino. El fanal de cristal también opera en la misma línea, pero es más ambiguo. Por un lado, destaca el cuerpo como pieza especial, como elemento de singular valor, al que, además, protege del polvo; de ese polvo de la mortalidad, de lo efímero. Pero, por otro lado, el fanal ubica al cuerpo en el cristal, símbolo del espíritu y del intelecto, completando, así, al fragmento que hay dentro y que, por su carácter inacabado, indica la existencia de otra realidad. En la transparencia, se conjugan los contrarios: la materia existe y no existe; es visible e invisible, como el cuerpo y el espíritu.
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