He adquirido un magnífico libro de interpretación de arte por módico precio en el VIPS y me encuentro con Mondrian, que siempre me ha producido un sentimiento ambivalente de atracción y aversión (demasiada geometría y rigidez para mí en muchos de sus cuadros, pero me encanta su simplificación y su color). Sorprendentemente me encuentro con que comparto con él más inquietudes de las que creía y que vienen al pelo de esta expo: la serie como desarrollo de una idea, como pensamiento multiplicador, como constelación y el convencimiento de que el dibujo es un arte independiente y acabado y no una mera preparación para la pintura o una fase intermedia que sólo se justifica si acaba en un cuadro que utiliza otras técnicas más reverenciadas (óleo, acuarela, acrílico). Reivindico como él el dibujo como pintura, como obra definitiva y también la dignidad de técnicas como el carboncillo.
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