En torno a «Monocromías»: ¿monocromías, juegos bicolor o miradas al no-color?

La exposición en el Mini Bar incluyó cuadros en pequeño y gran formato, en carboncillo y en tinta china, todos ellos con un elemento común: la monocromía. Y de ahí surgió el título para la exposición. La monocromía me fascina, pero ¿por qué?, ¿qué es?, ¿qué me atrapa de ella?

La monocromía es una armonía lograda mediante el uso de un solo color en sus diferentes tonalidades. El blanco y el negro frecuentemente se califican de no-color y, de hecho, no forman parte del círculo cromático. Cabe recordar también que los impresionistas rechazaron el uso del negro en su pintura. En tal caso, cuando se recurre al blanco y negro, ¿puede hablarse de monocromía?, ¿había elegido mal el título?

Desde luego, si el blanco y el negro no son colores me había equivocado de plano. Sin embargo, Renoir decía -creo que con razón- que el negro es «el rey de los colores» y no hay que olvidar que tanto la mezcla de los colores primarios como la fusión de los complementarios da negro. El negro es varios colores al mismo tiempo y también cualquier color en su máxima oscuridad. Por su parte, el blanco es el color de la luz; un color puro, absoluto y perfecto: la suma de todos los colores. El blanco es un «supercolor» y también cualquier color en su máxima claridad. Por ello, la monocromía de los colores se entiende y se explica por relación a la escala de valores que se inicia en el blanco y acaba en el negro pasando por los grises. Los grises: tonalidades de los reyes de los colores (el blanco y el negro). Y, por tanto, sí, ¡cómo no! en el uso del blanco y negro y de los grises cabe hablar de monocromía, o mejor… ¡de «supermonocromía»! De un territorio que lo ofrece todo: la máxima oscuridad, la máxima claridad y los valores neutros intermedios, en el que todo cabe y todo es posible: ¡una monocromía que puede convertirse, si queremos, en cualquier policromía! ¡un espacio de libertad en el que cada uno puede imaginar el color a voluntad y cambiarlo cuando le apetezca! ¡La monocromía que nos ofrecen el blanco y el negro es el territorio de la libertad visual!